Moraba solitario
en un mundo de lamento,
y mi alma era una corriente paralizada,
hasta que la bella y gentil Eulalia fue mi nívea prometida,
hasta que la joven Eulalia, la de rubio cabello, fue mi
¡Ah, menos, menos brillantes
las estrellas de la noche sonriente prometida.
que los ojos de la radiante muchacha!
Y nunca un copo
que el vapor moldea
con los matices púrpura y perlados de la luna
puede competir con el más descuidado bucle de la casta Eulalia,
puede compararse con el más humilde y descuidado bucle de Eulalia, la de brillante mirada.
Ahora la Duda, ahora el Dolor
nunca regresarán,
pues su alma con un suspiro corresponde,
y de principio a fin del día
luce, brillante y poderosa,
Astarté en el cielo,
mientras hacia ella eleva la amada Eulalia sus ojos maternales,
mientras hacia ella eleva la joven Eulalia sus ojos violeta.
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