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El amado médico

1. El amado médico

I

El pulso late y se interrumpe.

Dios alimenta el alma que nunca olvida,

ni en la calma ni en la tormenta, de noche o de día,

su constante labor, su lealtad. [...]

* * *

El pulso late y se interrumpe.

Dios custodia el alma que nunca olvida. [...]

* * *

El pulso, late y se interrumpe.

Dios guía el alma que nunca olvida. [...]

IX

[...] tan cansado, tan abrumado.

La cabeza se inclina, se cierran los ojos;

el corazón leal cede al descanso.