El único rey por derecho divino
es Ellen King, y si fuese mía
solo lucharía por la libertad,
aun abrazando las gloriosas cadenas que cargo.
Su pecho es un trono ebúrneo
donde, tirana, sola reina la virtud
mácula alguna en ella interfiere,
prueba del poder que aquí gobierna.
¡Oh! Si se dignase a guiar mi hado,
reverenciaría a los reyes y su pompa real,
mantendría tal principio toda mi vida.
El Rey —mi Rey— no puede errar.
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