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Para Annie

1. Para Annie

¡Gracias a Dios! La crisis,

el peligro ha pasado,

Y la dilatada dolencia

ha cesado por fin;

Y la fiebre, de nombre «Vivir»

ha sido vencida, por fin. 

 

Tristemente sé

que estoy mermado de fuerza

que músculo alguno muevo, 

que postrado totalmente reposo;

mas ¡no importa! Siento

que al fin estoy mejor.

 

Y descanso tan serenamente

ahora, en mi lecho, 

que cualquiera me contemplase

me creería muerto,

se sobrecogería, al contemplarme

y creer que estoy muerto.

 

Quejidos y gemidos,

suspiros y plañidos

quedos están ahora,

con horrible latido

del corazón, ¡ah, ese horrible,

horrible latido!

El vahído, la náusea,

el despiadado dolor

han cesado, también la fiebre

que enloqueciera mi cerebro

la fiebre, de nombre «Vivir» 

que abrasaba mi cerebro. 

 

¡Oh! De todas las torturas

que torturan la peor

ha remitido: la terrible

tortura de la sed,

sed por el naftalino río

de la maldita pasión;

he bebido de las aguas

que toda sed sofocan;

 

de las aguas que manan,

con el arrullo de su sonido,

de una fuente unos pies

—pocos— bajo cierra,

de una cueva no muy lejana,

abajo bajo el suelo.

 

¡Ah! Nunca

se afirme estúpidamente

que mi alcoba es oscura

y estrecha mi cama;

pues nunca hombre alguno

durmió en lecho diferente

y, para dormir, debes dormir

en lecho cual este.

 

Mi tantálico espíritu

aquí, reposa muellemente

y olvida, o nunca 

añora, sus rosas,

sus antiguas agitaciones

de mirtos y rosas;

 

porque ahora, al yacer

sosegadamente, evoca

un aroma más sagrado

que lo envuelve, de pensamientos,

un aroma de romero

mezclado con pensamientos

con la ruda y con los bellos 

Y puritanos pensamientos.

 

Y de este modo, felizmente, se posa,

rocía a muchos

el ensueño de la verdad

y de la belleza de Annie

se anega en las aguas 

de los cabellos de Annie.

 

Ella me besó tiernamente

tiernamente me acarició ella,

y suavemente caí entonces

en el sueño sobre su seno

profundamente dormido

sobre el cielo de su seno.

 

Cuando la luz se consumió,

ella me cubrió, me arropó,

Y rogó a los ángeles

que me librasen del mal

a la reina de los ángeles,

para protegerme del mal.

 

Y yazgo tan serenamente,

ahora, en mi cama

(porque sé de su amor)

que me creéis muerto·

Y descanso tan plácidamente,

ahora, en mi cama,

(con su amor en mi pecho)

que me creéis muerto,

que os estremecéis al mirarme

al creerme muerto;

 

pero mi corazón encierra

más luz que los muchos

astros del cielo,

porque relumbra con Annie

brilla con la luz 

del amor de mi Annie,

con la idea de la luz 

de los ojos de mi Annie.

 

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