¡Bello río!, en tu brillante, clara corriente
de cristal, en tus aguas errabundas,
eres emblema del resplandor
de lo bello, corazón que no se oculta,
travieso enredo del arte
en la hija del anciano Alberto;
mas cuando ella en tus ondas se mira,
resplandecen y tiritan;
por qué entonces la más bella de las comentes
se asemeja a su idólatra:
porque en su corazón, como en tus aguas,
permanece en lo profundo la imagen de ella,
y el corazón se estremece con el relámpago
de sus ojos, que escrutan el alma.
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