Cerrar navegación En

El gusano vencedor

1. El gusano vencedor

¡Ved aquí! ¡Una noche de gala

de aquellos solitarios tiempos de antaño!

Una angélica muchedumbre, alada, de velos

ornada, en lágrimas ahogada,

toma aposento en un teatro para ver

una representación de esperanzas y temores,

mientras la orquesta espira entrecortada

la música de las esferas.

 

Mimos con formas del Altísimo

murmuran, murmuran,

revolotean de aquí para allá,

simples peleles que vienen y van

según la voluntad de incorpóreas cosas

que cambian el decorado, aquí y allá,

batiendo, con sus alas de cóndor,

invisible aflicción.

 

Este variado drama —¡estad seguros

de que no será olvidado! —,

con un fantasma perseguido eternamente

por una multitud que no lo prende,

de principio a fin de un círculo que siempre

al mismo y único punto retorna,

y mucho de locura, y más de pecado,

y el horror, el alma de la trama.

Mas ¡ved, entre la turbamulta de mimos

cómo se desliza una forma serpeante!

¡Un ser rojo sangre que, venido del exterior,

se retuerce en la soledad de la escena!

¡Se retuerce y se retuerce!, y con mortal dolor

los mimos se convierten en su alimento

y sollozan los serafines ame los colmillos del verme

teñidos de sangre humana.

 

¡Apagadas las luces, apagadas, todas apagadas!

y, sobre toda forma palpitante,

el telón, cual fúnebre sudario

baja con el ímpetu de una tormenta

mientras los ángeles, pálidos y lívidos codos,

se alzan, de sus velos se desprenden, y anuncian

que la representación es la tragedia «Hombre»

y su protagonista, el Gusano Vencedor.

USO DE COOKIES Utilizamos cookies propias y de terceros con fines estadísticos y para mejorar la experiencia de navegación. Al continuar con la navegación, entendemos que aceptas su uso.
Puedes obtener más información y conocer cómo cambiar la configuración en nuestra Política de cookies

Lo entiendo