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Tierra de hadas [II]

Tierra de hadas [II]

Toma asiento a mi lado, Isabel,

aquí, muy y amada mía, donde ahora reposa

tan mágica y perfecta la luz de la luna.

¡Ahora estás ataviada para el paraíso!

¡Soy estrella herida por tus ojos!

¡Mi alma se recuesta sobre tu mirada!

La luna mueve tu cabello

como se mueven las flores con el soplo de junio.

Toma asiento, siéntate. ¿Cómo llegamos aquí?

¿Quizá sea solo un sueño, amada mía?

 

Sabes que esta flor excelsa,

que esta rosa —como es llamada— resiste,

como la canícula, en la glorieta; 

hoy (el viento sopla) se mece

tan temeraria ante mi rostro,

como algo que tuviese vida,

y la arranco de su lugar preeminente

Y la despedazo: así sea

toda ingratitud correspondida.

La brisa huye con complacencia,

Y allá a la izquierda, tan pronto

ella se despoja de su manto, allá la luna

deja caer un rayo con armonía.

 

Y este rayo es un rayo hadado;

¿no fue eso lo que dijiste, Isabel?

Cuán fantásticamente cae,

en espiral, in crescendo,

¡y sobre la hierba húmeda vibra

como la resonancia de una campana!

En mi país, en todas partes

vislumbramos un rayo de luna

que, por entre los jirones de una cortina,

se asoma en la oscuridad de la habitación.

¡Está cerca (la fuente de la oscuridad),

de los aromos, del polvo, de los insectos,

sobre quienes se estremece y yace

como la alegría sobre el dolor!

Oh, ¿cuándo llegará el mañana?

¡Isabel! ¿No temes

la noche y sus interrogantes?

Valles sombríos, Y umbrosas corrientes

Y bosques entre nieblas 

cuyas formas apenas se aprecian,

cubiertos de lágrimas que por sobre resbalan.

 

Lunas enormes, allí, crecen y menguan

una y otra vez, y otra,

en cada instante de la noche

en lugares que siempre mudan,

como la luz de las estrellas se mitiga

con el aliento de sus pálidos perfiles.

 

¡Mira, una desciende

sobre su centro por la cúspide

de un elevado monte!

Desciende, desciende, y desciende.

¡Profunda! ¡Oh, profunda!

¡La pasión de nuestro sueño!

Pues de tal extenso círculo

se desprenden lisas prendas,

lentamente, sobre salones

sobre muros derribados, 

sobre cascadas

(silenciosas cascadas),

sobre insólitos bosques, sobre el mar,

¡ay, sobre el mar!

 

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