Toma asiento a mi lado, Isabel,
aquí, muy y amada mía, donde ahora reposa
tan mágica y perfecta la luz de la luna.
¡Ahora estás ataviada para el paraíso!
¡Soy estrella herida por tus ojos!
¡Mi alma se recuesta sobre tu mirada!
La luna mueve tu cabello
como se mueven las flores con el soplo de junio.
Toma asiento, siéntate. ¿Cómo llegamos aquí?
¿Quizá sea solo un sueño, amada mía?
Sabes que esta flor excelsa,
que esta rosa —como es llamada— resiste,
como la canícula, en la glorieta;
hoy (el viento sopla) se mece
tan temeraria ante mi rostro,
como algo que tuviese vida,
y la arranco de su lugar preeminente
Y la despedazo: así sea
toda ingratitud correspondida.
La brisa huye con complacencia,
Y allá a la izquierda, tan pronto
ella se despoja de su manto, allá la luna
deja caer un rayo con armonía.
Y este rayo es un rayo hadado;
¿no fue eso lo que dijiste, Isabel?
Cuán fantásticamente cae,
en espiral, in crescendo,
¡y sobre la hierba húmeda vibra
como la resonancia de una campana!
En mi país, en todas partes
vislumbramos un rayo de luna
que, por entre los jirones de una cortina,
se asoma en la oscuridad de la habitación.
¡Está cerca (la fuente de la oscuridad),
de los aromos, del polvo, de los insectos,
sobre quienes se estremece y yace
como la alegría sobre el dolor!
Oh, ¿cuándo llegará el mañana?
¡Isabel! ¿No temes
la noche y sus interrogantes?
Valles sombríos, Y umbrosas corrientes
Y bosques entre nieblas
cuyas formas apenas se aprecian,
cubiertos de lágrimas que por sobre resbalan.
Lunas enormes, allí, crecen y menguan
una y otra vez, y otra,
en cada instante de la noche
en lugares que siempre mudan,
como la luz de las estrellas se mitiga
con el aliento de sus pálidos perfiles.
¡Mira, una desciende
sobre su centro por la cúspide
de un elevado monte!
Desciende, desciende, y desciende.
¡Profunda! ¡Oh, profunda!
¡La pasión de nuestro sueño!
Pues de tal extenso círculo
se desprenden lisas prendas,
lentamente, sobre salones
sobre muros derribados,
sobre cascadas
(silenciosas cascadas),
sobre insólitos bosques, sobre el mar,
¡ay, sobre el mar!
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