¡Misteriosa estrella!,
tú que fuiste mi sueño,
una noche de verano
¡sé ahora mi tema!
Próximo a esta corriente clara
de ti escribiré;
mientras, de lejos,
me cubres con tu luz.
Tu mundo no tiene la ruindad del nuestro,
la belleza toda y todas las flores
cubren nuestro amor y engalanan
glorietas de ensueño, donde reposan
damas de ensueño, siempre,
mientras argénteas corrientes de la Circasia
sobre lechos de violetas se desvanecen.
Menudas, ¡oh, menudas!, en ti habitan
tal como en la tierra se aprecia:
los ojos de la Belleza son los más azules
los más falsos y los más inciertos;
sobre la suave brisa se mece
la más triste y solemne nota;
si contigo se quiebran los corazones,
y se aleja, calma, la alegría,
el eco permanece
como el rumor del mar en la concha.
¡Tú! La pena más verdadera
es como la hoja que, suave, cae.
¡Tú! Tu coraza es tan sagrado
dolor que no es melancolía.
USO DE COOKIES
Utilizamos cookies propias y de terceros con fines estadÃsticos y para mejorar la experiencia de navegación. Al continuar con la navegación, entendemos que aceptas su uso.
Puedes obtener más información y conocer cómo cambiar la configuración en nuestra
PolÃtica de cookies